lunes, 19 de enero de 2009

SUBIDA A GUAJARA 23/11/2008








La subida a Guajara era una tarea pendiente que tenia hacia unos meses. Aunque la he subido unas cuantas veces, la ultima vez que lo intente, haciéndolo por la degollada, lo tuve que dejar y darme la vuelta con resignación y cabreo. Mi estado físico ese día estaba bastante jodido. Hable con Antonio y Auxi, compañeros inseparables por numerosos senderos y barrancos de la isla y enseguida se apuntaron. Me fue imposible esta semana localizar al amigo Fredi. Decidimos quedar el Domingo a las nueve menos cuarto de la mañana en el parador. Hay que decir que para hacer un pateo por la zona del Teide hay que contar como mínimo con cinco horas. Me levanto a las seis de la mañana, me pego mi baño, cojo todos mis bártulos y me dirijo como siempre que elegimos esta ruta, a la cafetería panadería Km. 5, debajo mismo de la gasolinera que esta en la entrada de la Esperanza, donde me pido mis tostadas y mi barraquito y como no, el periódico. Después de relajarme un buen rato y mantener una pequeña conversación con los amigos de la cafetería, cogí rumbo hacia el Teide. Serian las siete de la mañana y el frío se metía en los huesos, la niebla estaba casi a ras del suelo. Subía despacio con la ventana abierta, aspirando todo el olor a monte que se metía por los rincones del coche. Me gusta subir temprano porque voy parando por el camino haciendo fotos, (mi gran pasión, junto con mis pateos) pero esta vez la parada que tenia que hacer era mas urgente. El barraquito hizo tal efecto en mis tripas, que me las dejo como una pista de patinaje (“Aquí no que me pueden ver, aquí tampoco que la pueden pisar,…). No tarde mucho mas en pensármelo, salí del coche, abrí el bolsillo de urgencias de la mochila (“el del papel higiénico”) y salí corriendo entre los pinos sin apenas darme tiempo de bajarme los pantalones. (“Lo siento por los domingueros”). A la altura de la Crucita (Km. 30) el cielo se había despejado manteniéndose por debajo un pequeño mar de nubes. La temperatura, desde Izaña hasta el parador se mantenía en cuatro grados y el valle de Siete Cañadas estaba blanco por la escarcha, que se iría nada mas aparecer el calor del sol. Allí estábamos los tres, puntuales como siempre. El frió era impresionante, ocasionado por las corrientes de aire que se metían por las paredes entrecortadas de Guajara. El sol empezaba a pegar en el pico del Teide, pero daba igual, no nos lo íbamos a encontrar hasta llegar a la cumbre de Guajara. Decidimos subir directamente por el sendero nº3(Saliendo directamente de la pequeña plazoleta o rotonda que se encuentra en los aparcamientos del parador, hay un pequeño sendero que te lleva directamente a la pista de Siete Cañadas. Cuando llegues al final de este sendero, si miras de frente veras un cartelito que pone sendero nº 3 ).("Pues por ahí pa arriba y agarrate los calzones" ). Era una caminata circular que nos iba a costar con paradas para las fotos y demás parafernalias como solemos hacer alrededor de unas cinco horas. Bajamos los aparcamientos y cogimos la pista de Siete Cañadas desde un principio (Desde donde se encuentra la primera valla ), ya que a ninguno de los tres nos gustaba el senderito antes mencionado. Así íbamos calentando la musculación. El frío nos cortaba como un cuchillo, la cara se te encartonaba, el agüilla de mi nariz se me quedaba congelada en mi bigote y gracias a unos guantes que me había dejado Auxi no se me congelaron las manos. Aceleramos mas el paso para entrar en calor hasta que llegamos a la entrada del sendero nº 3, a nuestra derecha. Ya aquí empezamos como dice el amigo Antonio a subir a dos pilas. Empezamos a notar la pesadez en las piernas y a respirar con mas dificultad a medida que cogíamos altura. Poco a poco nos íbamos adaptando y empezamos a recuperar el ritmo. Zigzagueábamos por una estrecha vereda, en la que éramos incapaces de sacar las manos de los guantes para hacer una foto. Teníamos sombra en todo el camino, así que no estaba la cosa para parar muchas veces. Como es tradición, Auxi empezó a quejarse: (“Me esta costando respirar, me duelen las piernas, pero para que me meten por aquí, ¡Antonioo! …..”) ¡ Coño! ¡Y siempre es la primera que llega !. Empezábamos a ver el Parador a vista de pájaro, el Valle Ucanca y la cordillera, eran imponentes, de aquí si se aprecia su tamaño. Llegamos a una pequeña degollada, donde descansamos y aprovechamos para hacernos unas fotos. Nunca me cansare de estas espectaculares vistas (El Teide, El Valle Ucanca, Los Roques de Garcia, La Cordillera, Boca Tauce , El Pico viejo y toda su colada de lava y por el otro lado el barranco que te puede llevar hasta Vilaflor). Seguimos ascendiendo por el lado izquierdo, hasta que llegamos a un punto en que el camino se pierde. Tenemos que ir con cuidado saltando por las piedras no es un tramo muy peligroso pero si que hay que ir con precaución. Hemos subido hasta unos dos mil seiscientos metros o mas . Miramos hacia arriba y la pared de Guajara ahora esta en vertical junto a nosotros. Seguimos ascendiendo un poco mas hasta llegar a un mirador natural (Un risco). Nos quedamos maravillados con lo que vemos. El estomago me da un vuelco y me siento a contemplar este espectacular paisaje. Mi descripción de lo que veo se quedaría corta, hay que subir a verlo y sentir esta sensación. Siempre que subo me pasa lo mismo. Llegamos a la cima, que se encontraba a unos cincuenta metros mas o menos. Es una explanada en donde se encuentra un corral hecho de piedras. (Dos mil setecientos quince metros.) Dentro de este corral había , “porque ya no hay“, una caja en donde la gente guardaba, cosas que escribían, pero algún “Guanajo” se la llevo. Estuvimos un buen rato aquí, comiéndonos unas frutas y calentándonos al sol, que ya no nos dejaría en el resto del camino. Empezamos a bajar rumbo a la degollada, que nos llevaría hasta la pista de Siete Cañadas, mas concretamente a la Cañada del Montón de Trigo por la que volveríamos al parador. Caminábamos por piedras sueltas, o pumita ( Piedra Pómez). Podíamos ver prácticamente todo el camino. Por un lado el camino a Vilaflor, por otro lado el que viene bordeando toda la cordillera desde El Portillo (El Filo ) y casi toda la pista de Siete Cañadas, que para el que la quiera hacer, es del Portillo hasta el Parador o vis (15km.), la recomiendo entre Junio y Julio para poder ver los Tajinastes en flor. La bajada no tiene perdida, eso si bajamos como avionetas deslizándonos montaña abajo, en donde a veces se enterraban los pies hasta los tobillos. ("¡Rrraasss!", "Trabada en una retama seca y pantalón pal carajo")("¡Me cagenn!"....). Subir por esta vertiente es bastante duro, sobre todo por tanta pumita suelta y el sol pegando te de lleno desde por la mañana. Nos encontramos con unos guiris que subían con paso cansino ("¡Helloooo!"¡Uffff!) ("Venga mi hermano que queda poco")("Bye")("Adiós mi niñoo") Continuamos bajando por el sendero hasta enlazar con el de la degollada, donde cogimos a nuestra izquierda rumbo al parador. Les recomiendo este pateo, tan solo por llegar arriba y ver tamaño espectáculo. Para mi es el mirador mas espectacular de la isla. Tan solo decirles que el camino de Siete Cañada, que atraviesa la degollada de Guajara y enlaza con Vilaflor, es parte del antiguo camino real que cogían los isleños para atravesar la isla conocido como el Camino de Chasna
Y como siempre digo “Buuurguuuay”

Panorámica desde Guajara









Parador y Roques de Garcia desde Guajara

En Guajara


Sendero hacia la degollada de Guajara





CARLOS ROJAS.

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